30 Sep LA PAZ SE MUERE
A la paloma blanca
le han roto las alas.
A la rama de olivo
le han caído las hojas,
que vagan en el viento
de los campos de la muerte.
La paloma blanca salta
de suspiro en suspiro
entre sollozos y lamentos
en la nebulosa penumbra
de este presente de gritos,
acezo, fatigas y suplicas,
donde esperanzas y promesas
forjan los titubeos de las dudas
y la apodíctica incertidumbre
forma identidades
de sonrisas partidas
y miradas ausentes.
En la impotencia
de esas identidades,
que miran a ese horizonte
de llagas, sangre, desconsuelo,
de ultraje y de martirio,
donde la vida no alcanza
nada más que para el presente.
El pasado
es un ruido en la mente.
El futuro
es un sueño emborronado
de desolación y metralla.
La existencia
no escribe su destino,
en ella solo transitan sombras
arrastrando su ruina,
sollozos y desconsuelo
enterrando el ayer
en las ruinas
de una existencia atronada
en el relámpago
del aniquilamiento.
El vigor de la vida
de esa existencia
solo alcanza
hasta la oscura noche del ruido
y el miedo a la muerte
de ese inocente
que huye como alma en pena
de la crepitante metralla,
de la intransigencia
de una violencia
que anida en el alma
de ese petulante narcisista
con espejo y sin reflejo.
La inocencia
es la primera en caer,
como las hojas de olivo,
en el grito de terror
de la sin razón,
(ese argumento sin juicio)
Discernimiento propio
de la condición humana,
(de un sujeto pasajero de la historia)
con sus palabras desnortadas
donde la insensatez
asombra la claridad
del día que se muere
en el fuego del dolor eterno.
A la paloma blanca
le han roto las alas.
A la rama de olivo
le han caído las hojas
que vagan en el viento
de los campos de la muerte,
mientras en los ojos de un niño
anida el polvo de la tierra
de esa realidad suya
sin sonrisa y huida
que pretende parar los tanques
con su apagada mirada,
para construir una paz
con su hacendada mirada
y la del otro de enfrente.
Pippo Bunorrotri.
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