13 Ene LA TRISTEZA DE UN DÍA
En la tristeza de un día navegue
cuando se apago el desconsuelo
sin esperar a la luna ni a las estrellas
que iluminan la oscuridad.
Visite a la muerte
dejando mi loco juicio
en una nube blanca
que flotaba en la vaguedad
de mi memoria.
Caminando en ese trance
fui dejando partes de mi vida
en ese camino de agonía
para recoger mi regreso
del fondo de esa oscuridad
a la que llegue vació
y sin ofrendas que ofrecer.
Solo la tristeza de ese día,
que se había cansado
de empujar el tiempo.
Del viaje de ese día regrese
y el viento olvidadizo,
algunas partes de mi vida
se las llevo envueltas en su regazo
sin saber si algún día
otro viento las traerá
del elíseo de los recuerdos.
Desde ese día,
de ida y regreso
en el transito
de una tristeza
vivo la vida
robando tiempo
a la muerte que acecha.
En este mundo interior mio
que escribe los pensamientos
que resuenan en el sentir,
porque he caminado tanto
por las ásperas veredas
de esta vida mía
sin importarme
el tiempo y el sentir.
La vida y la muerte
se someten
al poder del tiempo
porque;
tiempo, vida y muerte
forman parte de la eternidad
de ese horizonte
sin línea.
Ahora en los días de tristeza,
que se apagan cuando la luna llega
y las estrellas se encienden;
dejo caer la pesadez de los parpados
envolviéndome en el capullo
de mis pensamientos
descubriendo la lisonja,
la doblez, la hipocresía
del mundo que me rodea.
Es posible
que en el amanecer
de un nuevo mañana
me despierte
sin tristezas,
y con el susto
de mis interminables
pesadillas.
Pippo Bunorrotri.
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