LAS ELECCIONES

Ya las elecciones se han marcado

en fecha y hora, para después

de que los papones resignados

hayan peregrinado con los santos

mostrando sus purpurados mantos

en el recogimiento de sus oraciones.

Ya los generales,

preparan sus estrategias

de mentiras y engaños

arengando a sus capitanes, para

 que lleven a la legión de soldados

ataviados sin obsolescencia

al campo de batalla

donde han de librar,

una guerra,

sin espadas y con papeletas

que llenen los escaños

de un congreso que murmura

los encantos de una victoria,

que amarga ha de ser

en el devenir del tiempo.

Ya en los cenáculos de las peceras

se venden ilusiones y sorpresas

de unas promesas, que son retales

de una realidad vivida y denodada

que se vuelve tozuda y dudosa;

con cada palabra que se dice

en los mentideros

de los diarios escritos,

que disfrazan mentiras con verdades

y verdades que corrigen con engaño,

donde los gestos cotidianos

que son esas elipses

que complementan

lo que dicen,

los peces de la pecera.

El tiempo que falta

para que las urnas muestren

las esperanzas de un pueblo que sueña y sufre;

las fiestas en las plazas públicas,

son rumores, de quien tiene

mejores promesas a la venta

y en los saraos, que el generalato organiza

con lujosos convites, con vino y cerveza

y majestuosos torneos de palabras

donde las descalificaciones y los improperios

son las cuadrigas unidas por una “yunta”

que en la arena de la disputa

derriban de muerte el contrario,

lavando sus pajes,( esas sombra que corrigen),

las heridas del golpe de la palabra lanzada,

antes de que llegue el día señalado

de la victoria o la derrota,

que en su noche quedara gravada.

En el atardecer del día señalado,

y el sol se esconde

tras la luna que se dibuja,

los generales se retiran

a las cámaras preparadas

para escuchar su silencio,

mientras esperan impacientes

el resultado de la batalla

donde el pueblo habla en silencio

y los capitanes

y su legión sumisa

aguardan el resultado

con curiosidad e impaciencia

formando corrillos en las calles

y en las plazas.

En los conventos,

de cristal, luces y cámaras

los monjes de las palabras ocultas,

esos que todo saben y nada dicen,

relatan los instantes de una batalla

donde las espadas, son papeletas

que hieren y matan;

que en los días venideros ilusiones desgranan

de una victoria que es derrota

y de una derrota que es victoria,

donde todos pierden y nadie gana,

dejándole al pueblo

una luz de esperanza

hasta la siguiente fecha

donde el pueblo vuelva

a hablar al silencio

a los generales que prometen

victoria y derrota.

 

Pippo Bunorrotri.

 

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